Proyecto Cartele |
¿Será cierto eso de que sin las malas palabras viviremos vidas más plenas y respetables?
¿Quién de nosotros no ha sido censurado, cuando no, castigado, en su infancia por decir malas palabras? Yo desde chica no entendía el motivo de la censura, de ese potente y repentino shhhhh, del "eso no se dice"... ¿por qué no se puede decir lo que es parte de nuestro idioma y está ahí para nosotros? Con el tiempo aprendí que el problema no está en las palabras en sí mismas sino en las circunstancias y contextos en donde las decimos, en la intención y expresividad con que las lanzamos a un otro y cómo este otro las recepta. Pero aún aquí yo me maravillo con las lenguas, porque se nos ofrecen en todas sus posibilidades y siempre nos dejan abiertas la puerta para seguir jugando con ellas, probándolas, cambiándolas, inventándolas y reinventándolas.
¿Qué piensan ustedes de las malas palabras? ¿Qué impacto tienen en sus propios idiomas o lugares donde viven?
La blasfemoterapia es toda una ciencia. Está científicamente comprobado que vituperar es salud!
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